VISTA
Lo primero es hacer un examen visual del queso. Hay que analizar sus atributos, su forma y sus dimensiones, así como el color de la corteza y el color del interior (a través del color de la pasta nos indicará con qué tipo de leche está hecho).

TACTO
Cuando se coge un queso con las manos percibimos sensaciones. En boca se aprecia si el queso es rugoso, elástico; si tiene humedad, si es más seco o duro; si tiene una textura terrosa, pastosa o cremosa; o si el queso es fundente, granuloso, etc.

GUSTO
En la boca se perciben los sabores elementales: dulce, salado, amargo, ácido y umami. Además de los sabores básicos, a través se aprecia la persistencia del sabor y el retrogusto. Y una vez en el paladar, se intensifican las percepciones nasales y retronasales, regresando los aromas frutales, lácticos, animales, ahumados o especiados

OLFATO
En nariz se perciben todo tipo de sensaciones, donde los maestros queseros las agrupan en familias, distinguiendo entre impresiones lácticas, vegetales, afrutadas, especias, entre otras.

OÍDO
Aunque las sensaciones auditivas no se producen en todos los quesos, siempre podemos percibir una pequeña sensación crujiente en el oído cuando masticamos algún queso. La presencia de puntos blancos es sinónimo de larga maduración, por ejemplo.